jueves, febrero 6, 2025
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Las comunidades de Pil Pil y Lolog disfrutan de los nuevos edificios escolares

Luego de varios años de transitar por instituciones alejadas de sus comunidades y comprobar la notoria disminución de las matrículas, y con la incertidumbre y la lucha como consignas, las comunidades educativas de las escuelas 155 de Pil Pil y 116 de Lolog celebran que el ciclo lectivo 2025 las encuentre en los nuevos edificios.

El deterioro de las instalaciones de ambos edificios y las demoras en la resolución de los problemas hizo caer casi a la mitad la cantidad de niñas y niños matriculados. La distancia desde las comunidades hasta las escuelas “provisorias” y el desarraigo de la cotidianeidad golpearon duro a las comunidades que hoy celebran el final del recorrido.

Los nuevos edificios de ambas escuelas fueron inaugurados este viernes por el gobernador, Rolando Figueroa, el intendente Carlos Saloniti, junto a representantes de las comunidades educativas y a familias, que en un par de días comenzarán un nuevo ciclo lectivo.

La directora de la Escuela 155 de Pil Pil, Gladys Ortega, recuerda que “fue un proceso largo” y que “tener la nueva escuela es el resultado de todas las cosas que se han hecho”. Cuando ella asumió la dirección, hace dos años, la lucha ya estaba iniciada. Las chicas y los chicos de esta comunidad mapuche tomaban clases desde dos años antes en la Parroquia San José, una de las pocas instituciones con espacio disponible. “Es difícil ocupar los mismos espacios que son compartidos con otras instituciones… La matrícula disminuyó, si teníamos mal clima había que suspender clases”.

“Gracias a la comunidad que ha sido un pilar muy importante, a los compañeros de trabajo y a todos quienes nos han acompañado en este tiempo”, señala Gladys. “Cuando llegué, el 26 de julio de 2023, me encontré con una gestión en la que había seguir luchando para conseguir la construcción de la escuela”, recuerda.

“En ese tiempo también se estaba reorganizando el plantel docente de la escuela. Una vez que tuvimos la nueva formación del plantel, convocamos a las familias de la comunidad Curruhuinca, que nos abrió las puertas y nos acompañó. Así retomamos las notas y los trámites para la construcción del edificio, con los compañeros de trabajo, los auxiliares, los docentes y las familias”, recuerda.

En este ciclo lectivo, la escuela tendrá jornada extendida, de 8.30 a 15.30, con una veintena de alumnas y alumnos. “Tenemos sala de inicial, primer ciclo, segundo ciclo y tercer ciclo, además de los docentes de aula, tenemos profesores de educación física, de plástica, de música, de huertas y de lengua y cultura”, afirma. Recuerda que la jornada extendida significa agregar a áreas como matemática, lenguas y ciencias, talleres que ayudan a reforzar los contenidos diarios”.

Gladys Ortega concluye: “Estamos muy felices porque cada docente va a tener su espacio para estar con sus alumnos; tenemos una nueva escuela para que todo este equipo excelente siga trabajando”.

Irene Urra es directora de la 116 de Lolog desde hace 5 años y es docente de la misma escuela desde hace 17. “Es maravilloso tener un espacio de calidad para enseñar, para que los chicos puedan estar y aprender, un sueño hecho realidad para toda la comunidad luego de una larga lucha”, señala.

Irene rememora que el edificio de la escuela anterior se construyó cerca de 1960. “Luego se fue ampliando a la sala de jardín hasta que, en 1989, se anexan los albergues. Pero con el paso del tiempo, y con el año de inactividad durante la pandemia, esos espacios se vinieron muy abajo y no era viable habitarlos bajo ningún concepto”.

“Ya en 2012, con Vilma Vera como directora, se presentaron notas al Consejo Provincial de Educación (CPE) para pedir la ampliación porque la escuela iba quedando chiquita por el aumento de estudiantes. En 2014 se renovaron los pedidos y eso siguió así con la llegada de los diferentes directores”, recuerda.

“En 2021, llega un proyecto que contemplaba sólo una ampliación de la escuela viejita hacia un costado, pero los albergues estaban con tanto deterioro que se hizo una presentación ante las autoridades del CPE y en la Defensoría para rever esa situación”, continúa Irene. Entonces, “tuvieron que armar nuevamente un proyecto de obra que contemplaba los albergues. Pero la estructura de tantos años no permitía hacer reformas en ese lugar y por eso se decisión tirar todo el edificio abajo y ensamblar el nuevo edificio”.

La estructura inaugurada tiene dos edificios. “El más grande tiene cuatro aulas, un SUM, cocina y baños. El espacio más chico, como ya la escuela no va a ser albergue, se redistribuyó entre nivel inicial y otro espacio para música y plástica”, comenta Irene.

Como sucedió con la escuela de Pil Pil, el traslado de alumnos y docentes provocó una caída importante en la cantidad de estudiantes. “Cuando nos mudamos al centro, la matrícula disminuyó un montón. Tuvimos muy poquitos niños, con 15 como máximo, pero ahora vamos a comenzar el ciclo lectivo con más de 30, y con la escuela acá en Lolog, que es lo que la comunidad estaba esperando”.

El nuevo edificio cambia las perspectivas para la comunidad, entre otras cosas porque coincide en el tiempo con el crecimiento de habitantes de toda la zona. “El radio de la escuela se amplió y ahora llega hasta Kaleuche. Los nuevos loteos están en el radio de la escuela, además de Quilquihue, que también está creciendo mucho”, comenta.

La directora de la 116 señala que, de cara al inminente comienzo del ciclo 2025, la escuela tiene cuatro trabajadores auxiliares y doce docentes, incluyendo talleres de música, plástica, educación física y huerta. A ellos se suman los celadores que ahora van a reorganizar sus tareas en otras áreas como biblioteca, educación digital y reforzar las tareas de alfabetización. Será de jornada completa, de 8 a 16, y con jardín en el turno de la mañana, de febrero a noviembre, con seis semanas de receso en invierno.

Sobre el final de la charla, antes de hablar en el acto de inauguración, Irene reflexiona: “No hay palabras para explicar lo que fue transitar este tiempo, fue una puesta de cuerpo muy grande. Las familias no querían dejar el territorio, no querían habitar otros espacios y tampoco perder la esencia de la comunidad, fue un desafío muy grande. Por todo eso, hoy vamos a disfrutar, porque la lucha valió la pena”.

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